Thursday, December 17, 2009

No de lagua











1. 
La garúa
rumia un cable negro.
 
Otras cosas rumia,
desde luego
.
Por ejemplo:
cables grises,
un triciclo rojo
debajo de un árbol
sin hojas, otros
cables negros.

 
1.1.
Quédate,

posponlo todo,

no salgas
de tu casa.
Deja
en su colgadero
tu impermeable
. 
Posponlo todo, 
no salgas de tu casa.
Quédate

 
1.1.1.
Despacio
se cuecen las arvejas.

Corta, pues,
el pan,
y pon sobre la mesa
dos cucharas.

Thursday, October 8, 2009

Sobre el tener su blog abandonado

¿Qué decir? ¿Que ...? Tocan el timbre.

Tuesday, September 15, 2009

If you go to San Francisco


Llegamos a San Francisco dos veces. Bueno, cruzar el Golden Gate brumoso, de aceras concurridas, la primera vez, no fue lo que se dice una llegada, pues enseguida derivamos hacia el oeste de la Bahía por la Carretera 1, rumbo al sur, a lo largo de la costa del Pacífico. Nos dirigíamos entonces a la agreste San Simeón. La Carretera 1 es a largos trechos arriscada, e invita a la demora. Sin prisa atravesamos la ancha y laboriosa llanura del valle de Salinas, calcando la costa de la península de Monterrey y del Big Sur, subiendo y bajando como un vagón por los raíles de una montaña rusa. A San Simeón llegamos con las últimas luces del crepúsculo veraniego.

Días antes, más al norte, habíamos rodado por la misma carretera, camino a Santa Rosa desde Leggett, entre la espesura de un monte de árboles enormes, donde la luz del día se resume en haces y moteados relumbres, hasta poco más allá de Mendocino. Nos detuvimos entretanto

  • cerca de un despeñadero desde el cual divisamos, en un farallón, cientos de puntitos que los binoculares declararon ser leones marinos y cormoranes; 
  • en Port Bragg, a la hora del almuerzo y del café de sobremesa; 
  • en Point Cabrillo, para caminar al faro;  
  • en Mendocino.

La segunda fue la verdadera llegada. Desde Sausalito, por agua, y, qué lastima, sin flores en el pelo. Como las empinadas colinas, son ciertas las cotorras y
the gentle people with flowers in their hair

Hasta la próxima, querida San Francisco.

Saturday, August 8, 2009

Lunch Poems: Robert Hass

Friday, August 7, 2009

Piso 10

Amarillo y escaleras

Rojo y escaleras

Thursday, July 30, 2009

Tarde de canícula









Monday, July 27, 2009

Cranes and Other Things







Friday, July 24, 2009

De sobremesa

Anoche salimos a caminar por el lago antes de sentarnos a ver Sombras del paraíso, de Aki Kaurismäki. Empezaban los mapaches del vecindario sus andanzas crepusculares, en pos de los cubos de basura desguarecidos en los callejones. Hay una caseta telefónica a la puerta del dique industrial detrás de la fundación de los señores Gates. Sobre el cristal de esa caseta se dibujaba la miríada de líneas frenéticas de una pedrada, revolviéndose en torno al hueco que dejó la piedra. Cruzamos el puente para peatones junto al lago, cerca de los hidroaviones, la marina y el Fred Hutchinson. Dejamos atrás a un matrimonio proletario, que pescaba. Sus aparejos y la desvencijada pesca que transparentaba una bolsa de nailon reposaban inertes contra la baranda del puente.

De pronto, delante de nosotros, una estela, que seguimos. ¡Un cachorro de castor! Desde otro puente, en la marina, vimos a sus padres. Los tres castores de la familia nadaban y comían los tallitos y las hojas de las hierbas que ralamente crecen entre las rocas de lo que alguna vez fue orilla. Y algas también comían. Qué hermosos son los castores.

Más tarde acompañamos a Melartin a un puerto de Helsinki a despedir a Ilona y a Nikander, que se iban.

Thursday, July 23, 2009

A fragment from Steinbeck's Travels with Charley

It is impossible to be in this high spinal country without giving thought to the first men who crossed it, the French explorers, the Lewis and Clark men. We fly it in five hours, drive it in a week, dawdle it as I was doing in a month or six weeks. But Lewis and Clark and their party started in St. Louis in 1804 and returned in 1806. And if we get to thinking we are men, we might remember that in the two and a half years of pushing through wild and unknown country to the Pacific Ocean and then back, only one man died and only one deserted. And we get sick if the milk delivery is late and nearly die of heart failure if there is an elevator strike. What must these men have thought as a really new world unrolled --or was the progress so slow that the impact was lost? I can't believe they were unimpressed. Certainly their report to the government is an excited and an exciting document. They were not confused. They knew what they had found.

John Steinbeck, Travels with Charley In Search of America. (New York: Penguin, 1997)

Monday, July 20, 2009

Saturday, July 18, 2009

Greetings from Seattle



Friday, July 17, 2009

Osip Mandelstam, uno de 1930

201

Ni una palabra digas a alma alguna.
Olvida cuanto has visto,
pájaro, anciana, jaula
y todo lo demás.

De lo contrario, cuando rompa el día,
no bien abras la boca,
temblarás como tiemblan
las hojas de la encina.
 
Verás la avispa en la cabaña, lápices,
manchas de tinta; verás
arándanos sin recoger,
por esos montes.

Tiflis, Octubre de 1930

De
Poemas de los años treinta.

Saturday, July 11, 2009

El número telefónico de la musa


Soñolienta, díjome la musa: "Seamos amigos.
Buenos amigos, nada más. Tú entiendes".
Y bostezó. Y por última vez besó mi oreja.
Más temprano, llorando, mientras la acariciaba:
"Un día te amé", susurró. Y: "A él ya no lo quiero.
No después de todo lo que hizo". Más tarde,
Abotonándose de nuevo el camisón, con mi ayuda:
"Disculpa, pero creo que ya no tengo ganas".
Suspirando: "Es decir, contigo". Largo silencio.
Luego: "Fuiste siempre tan serio". Dicho lo cual
sonreí, hoscamente. Fue así como llegué
A dormir a su lado, no con ella. Sin sueños.

De vez en cuando la he llamado. Larga distancia.
Aún se acuerda de mi voz. Yo, con pesar, oigo
Más allá de las baladas de su tocadiscos,
risas de mancebos y el retintín de sus llaves.

Debo tener su número anotado en algún sitio.


Trasladado de Justice, Donald. Collected Poems. (New York: Alfred A. Knopf, 2004)

Wednesday, July 8, 2009

El gato de Linneo



Vive en los bosques de Europa y Asia: domesticado dondequiera; cuando está tranquilo ronronea, moviendo la cola; cuando irritado es muy activo, trepa, escupe, exhala un olor fétido; los ojos le brillan por la noche, la pupila de día es una delgada línea perpedicular, de noche grande y redonda; camina con las garras retraídas; bebe con frugalidad; orina del macho corrosiva; aliento fétido; entierra sus excrementos; emite un hórrido maullido cuando está en celo; maúlla para cuidar a sus vástagos y juega con ellos; menea la cola cuando busca presa; león de ratones, pájaros y cuadrúpedos más pequeños; pacífico con los de su tribu; come carne y pescado, rechaza alimentos calientes o salados, y verduras; se limpia detrás de las orejas antes de una tormenta; espalda eléctrica en la oscuridad; cuando se lo lanza al aire cae sobre sus patas; no lo infestan las pulgas; gravidez de 63 días, pare de tres a nueve cachorros; se deleita en el tomillo de gato, la nébeda y la valeriana.

Tuesday, July 7, 2009

A haiku from my favorite poet

The language of footsteps
Muttering back and forth
Worries the carpet threads.

Friday, June 26, 2009

Uno de Taha Mohammed Alí, variación libre sobre una traducción



Abd el-Hadi lucha contra una Superpotencia

Nunca en su vida
leyó ni escribió.
Jamás derribó árbol alguno.
Ningún becerro degolló.
Del New York Times nada dijo
a sus espaldas; a nadie
alzó la voz sino para el convite:
"Por el amor de Dios, pase adelante,
ésta es su casa".
--
Con todo, el suyo es caso perdido.
El ínfimo grano de sal que Dios le dio
al mar se lo arrojaron.

Señores del jurado:
de sus enemigos
mi cliente nada sabe.
Les aseguro que de toparse
con la tripulación entera
del portaaviones Enterprise,
gustoso les serviría
huevos, el oro de su sol arriba,
y labneh
recién sacado de la bolsa.

So What. New and Selected Poems by Taha Muhammad Ali, 1971-2005. Translated by Peter Cole. (Port Townsend: Copper Canyon Press, 2006)

Sunday, June 21, 2009

Del servicio postal venezolano

"Don't let The New Yorker worry you," Naipaul sniffed. "The New Yorker knows nothing about writing. Nothing. Writing an article there is like posting a letter in a Venezuelan postbox; nobody will read it."

Saturday, June 20, 2009

Voy a hablar de la esperanza

Lucas aprendió de su jefe, quien lo conminó a estar al día con los métodos de enseñanza, que se debe alentar a los estudiantes de lenguas extranjeras con situaciones y materiales de la vida real. Estaba Lucas al tanto de la súbita afición a los toros de los turistas franceses cuando visitan España, y como le interesaba sobremanera conservar su empleo, decidió llevarles a sus alumnos "un pasaje de un artículo de El País del 17 de septiembre de 1978, fíjese qué moderno". El resto es bien sabido.

Con
El Choclo de Discépolo solía yo quedar desalentado como un desertor de la clase de Lucas: después de haber recorrido la literatura compadrita, nada; ni un cocuyo de entendimiento. Un día tiré la toalla, mandé al traste la letra, sin ganas de volver (de nuevo) al principio como cada vez que ponía el tango burlón, nomás llegaba (agobiado) a pasajes como éste:
Carancanfunfa se hizo al mar con tu bandera
y en un pernó mezcló París con Puente Alsina.
Fuiste compadre del gavión y de la mina
y hasta comadre del bacán y la pebeta.
Por vos susheta, cana, reo y mishiadura,
se hicieron voces al nacer con tu destino,
misa de faldas, kerosén, tajo y cuchillo
que ardió en los conventillos y ardió en mi corazón.
Al cabo me quedé con sólo el bramido de la melodía al bandoneón o la guitarra, desalentado: cuánto del sabor de ese choclo no me estaría vedado por toda la eternidad. Hasta ayer, cuando vino a socorrerme el iluminador Louis Armstrong. Esperanza rediviva, pues.

(Si no se puede escuchar por youtube por no sé qué embrollo de falta de derechos fuera de los EEUU, podrían intentar pinchando el vínculo debajo)
http://www.last.fm/music/Louis+Armstrong/_/Kiss+of+Fire?autostart





Se puede comparar la claridad de arriba con este a(r)gotado[r] zarzal, que canta un garrido zorzal (mi lío es con la letra, quede claro):

Thursday, June 18, 2009

Si te lastimaste el tendón y estás en casa reposando...

... mira las nubes, sentado, cámara en mano.

Friday, June 12, 2009

La confesiones de Salvador Reis, versión diminuta

El señor Reis nació para vivir, y vivió viviendo bajo el signo de la aventura. En numerosas ocasiones salvó su pellejo por un pelo, y también salvó otros pellejos, sobre todo en las corridas. En fin, toda una parraguera de acumuladas hebras de peligro y pasión. Una de esas ocasiones --en efecto, una de las primeras-- fue en la época de las capas negras que suplantaron a los chalequitos amarillos, y tuvo lugar en el inframundo del malevaje. A un malo le reprochó sus malos modales; enseguida éste apeló a su único argumento, pero más rápido que sus nada malos reflejos, y que los resortes de la navaja, fue el reconocer al joven Salvador. El malo (que no era Willie Colón) le había fusilado la letra de una de sus canciones para levantar a su novia, la del malo. Y, ya se sabe, ante un fusil no hay navaja que valga. En otra ocasión, intercedió el señor Reis en favor de Vladimir ante Don José, el terrateniente de la comarca, quien lo llamó para consultarle un asunto enojoso. Vladimir era uno de los obreros de Don José, quien andaba furioso no sólo porque Vladimir vivía en las nubes, sino sobre todo porque al parecer éste andaba regando por ahí que Don José abominaba de la sana práctica del  baño. Tal calumnia lo indignó: en asuntos de higiene él era un hombre bien ducho. 


Gracias a dios que las palabras del señor Reis fueron más eficaces que el tilo.

Thursday, June 11, 2009

Por una coma, sin hipódromo ni tango

Érase una vez un tipo tipográfico en algún instante de su mínima trayectoria hacia la hoja de papel bond: el tipo de la n de una máquina de escribir. La n es pieza de un complicado aparato cuyo mecanismo implica, sí, la mecánica, pero también tiene sus cuantas ampolletas de metafísica. El espacio que separa al tipo n, aún en reposo, de la superficie de la hoja en que ha de quedar impresa una ene, no es tan pequeño que en él no pueda una mosca hacer sus acrobacias. De la rapidez les proviene a las moscas su consabida vanidad; por vanidad suelen quedar despatarradas en las paredes, el cristal de las ventanas, las mesas, los mostradores. La mosca solitaria que se le atravesó al tipo n yace transfigurada sobre la hoja de papel, y su pata posterior derecha terminó siendo la tilde de una eñe.

No aparecía la menor traza de mi nombre en la oficina donde me interesaba que apareciera. Lejos de ser la regla, debo decirlo, si uno se llama pongamos que John Smith, aunque en casos como el mío no falta su buen puñado, o más, de excepciones. Por ejemplo, si una tarde sin cuentas que rendirle a nadie, uno se dejara  llevar por el meandro de corredores de la biblioteca, y de pronto se interesara por un libro de Miguel Otero Silva, y se conformara con recorrer sólo la O para encontrarlo, concluiría (sin énfasis) que en la biblioteca no saben de él, como tal vez sea el caso. Sin embargo, en el anaquel de la S no muy lejana, un amarillento Casas Muertas acaso haya quedado para pábulo de ácaros desde la noche de los días. En cuanto a mi nombre perdido o ignorado en aquella oficina, tuve que intervenir, provocar su aparición: primero una llamada, luego otra. De este modo surgió a la superficie de una base de datos, donde estaba sepultado, Moreno, Villamediana Avilio

Ya se sabe lo que en Brazil una mosca vanidosa hizo que se hiciera. La p de pataplás fue más rápida que ella.

Saturday, June 6, 2009

Muerte de Boris Godunov

Boris Godunov, de Modesto Mussorgski

Boris Godunov: Boris Christoff

Symphony of the Air, dirigida por Alfred Wallenstein

Transmitida en vivo el 10 de diciembre de 1956

Contra ir al cine (a menos que den una de la Portman)

Las luces encendidas fomentan a menudo un cordial intercambio de sonrisas en las salas del Siff. Y esa tarde no fue la excepción. Pero en el instante que separa el apagarse de las luces del encendido del proyector, una criatura se instaló en el asiento vacante junto al que yo ocupaba. Su mano izquierda, un bulto de gélidas punzadas, enseguida hincó el apoyabrazos comunitario, obligando a la mía a posarse adolorida en mi regazo. Sobre sus piernas había un balde de cotufas que rezumaban un vaho a mantequilla, y cuyas resonancias, asistidas por un incesante rasgueo de pezuñas, lo harían miembro prominente de alguna pieza del difunto Luciano Berio. Bastaría con uno de estos baldes para que una horda de Grendels vean Sátántangó rumiando y rumiando, sin que se les agote su burdo maná. Pero sabemos que, menos a Bob, a nadie le gustan las cotufas heladas: apenas se ponen tibias quedan en las salas de cine relegadas debajo de los asientos. Esto no significa que se ha saciado la avidez de cotufas, sino el augurio de un desfile de sombras escurriéndose entre las rodillas de uno y el espaldar del cabezón sentado delante de uno, procedimiento que repiten las mismas sombras, desde la dirección opuesta, tres minutos después.

¿La película? Al comienzo una cena reúne a una familia. Los árboles se mecen con la brisa. El verano propicia la velada en la terraza. Tras la cena salen los comensales a buscar estrellas fugaces en el cielo...

Algunos personajes:

La madre (de dos hijas): escritora. Poco tiempo después de esa noche descubre que está muriéndose de cáncer. Súbita comunión con la quimioterapia. Como falsos genios, los fluidos huirán de sus botellas, circulando por mangueritas, rumbo a sus venas. Casi siempre duerme la pobre mujer un sueño amorfinado.


El padre: atronante ex director de cine. Lo caracteriza la añoranza de su desvanecida fama.


La hija menor: artista. Empieza a ganar renombre. A su colega barbudo-huraño-estoico lo adora toda la familia. Pero la joven está casada con un compositor ocupadísimo.


La hija mayor: mujer amarga; está saliendo con un ex-casi-cura.

La música es estupenda, y se la oye entre escenas, cuando la pantalla está en negro.

Para resumir: si llegan a ver 33 escenas de la vida no se les olvide contármela, porque hubo partes que me perdí. Eso sí, si la ven realmente, no si sólo estuvieron allí, en una sala donde se echaba de menos a Beowulf. No vuelvo más al cine. Ni menos.

Sunday, May 31, 2009

Siéntese aquí


Si le apetece, claro.

Sunday, May 17, 2009

Otra tarde de domingo (casi una pesadilla)

El tedio tienta con ensueños de falsos paraísos. Allí medra el bucare, sobre cuyo tronco se enrosca la malanga. Allí llegan los amigotes díscolos, con sus charangas y rancheras, a sonsacarlo a uno. Con ellos, vagabundeando sin dios ni ley ni Santa María, se va al río, criadero de mosquitos certeros, y luego a la playa donde el sol raja el cráneo y hay que guarecerse bajo un tendal de palma. Entre partidas de dominó se aplaca la sed a punta de mucha cerveza, y el hambre con bocachica sin espinas, y yuca.

Hasta quedarse dormido, y hasta roncar, en un chinchorro.

Dominical

El viento dale que dale, con hoscos
Ramalazos. Calle casi desierta.
Un toldo a punto de salir volando.
El vaivén de un andamio, no muy lejos,
fustiga la pared recién pintada.
Se aleja un corredor. El cuervo grazna.

Saturday, May 16, 2009

La date juste


16 de mayo de 2009, 8:34 am. Agotadas las renovaciones, después de casi nueve semanas prestados, hoy tengo que devolver los siguientes discos a la biblioteca:

* Le Jeu de Daniel,

* Blues, Ballads, Hymns, Shouts, Chanteys and Work Songs,

* Ghazal. The Lost Songs of the Silk Road.

Echarse a andar sin más motivo que el cumplimiento de mínimas responsabilidades (pero significativas). No entraña peligros mayores, si me fío de lo probable: caminar dos cuadras hasta la parada del bus, en un vecindario tranquilísimo, soleado hoy, en el colmo de la fronda. Desde mi escritorio puedo sumarle insipidez a tal aventura; basta con revisar el horario de los buses de este sábado, y aun más, clic mediante: la actual localización del que tomaré antes de que llegue a la parada donde estaré esperándolo, con lo cual el cálculo de los minutos ganados para otras pérdidas es bastante preciso. Como se ve, nada de exotismos: si cambio el bus por una mula, o me echo a caminar, insistiendo, como Cortázar, en la obstinada busca de lo insólito, no habría más aventura (acaso más especies con que aliñarla y, en el peor de los casos, un helado de almendra acechando en un quiosco recién descubierto). Más aventuras, tal vez, adventicias, advenedizas.

No traduciré una anotación ya traducida del polaco al inglés, y publicada junto con casi tres años de otras que fueron escritas día a día, sin falta. La última del atormentado y escrupuloso Adam Czerniákov, su última tarde. Aquí va.

July 23, 1942 --In the morning at the Community. Worthoff from the deportation staff came and we discussed several problems. He exempted the vocational school students from deportation. The husbands of working women as well. He told me to take up the matter of orphans with Höfle. The same with reference to craftsmen. When I asked for the number of days per week in which the operation would be carried on, the answer was 7 days a week.
Throughout the town a great rush to start new workshops. A sewing machine can save a life.
It is 3 o'clock. So far 4,000 are ready to go. The orders are that there must be 9,000 by 4 o'clock. Some officials came to the post office and issued instructions that all incoming letters and parcels be diverted to the Pawiak.

The Warsaw Diary of Adam Czerniakow. Prelude to Doom. Edited by Raul Hilberg, Stanislaw Staron, and Josef Kermisz. (Stein And Day/ Publishers/ New York, 1979), p.385

Monday, May 4, 2009

Leisurely Blues

Ocio que llaman, antes de ponerme a cocinar mermelada de cebolla e hinojo (para no corregir pruebas hoy).

Saturday, May 2, 2009

Huele a gato encerrado, dijo Teresa un día

Hay quienes se gastan minúsculas fortunas en educar el olfato, ora trasegando esencias aromáticas que equiparan a los embrollos de la personalidad, ora tergiversando con adjetivos romos, en rondas de libaciones escupidas y vueltas perorata, cuanto sus narices y lenguas tal vez ya les decían con exactitud. El olfato, para la memoria, es el menos sobornable de los sentidos. Afirmo esto sin la menor pretensión de insistir en novedades que no son nuevas, ni de incurrir en la veleidad de rigurosas comprobaciones. No me hace falta inquirir a Linneo para constatar la fetidez del excremento gatuno. Al último micifuz que crié debo bastantes enseñanzas al respecto. En fin. Pasémonos a olores más cordiales; pensemos, por ejemplo, en un espresso cremoso y fragante, o en la perversidad de ciertos perfumes y sus concupiscentes promesas o insinuaciones.

Sólo he estado en Nueva York por una tarde de invierno. Una tarde sin muchos meandros: de Penn Station por la ruta más corta a la Quinta, que caminamos con la lentitud que permitían las horas contadas, antes del tren -segundo de mi vida- de vuelta a Princeton. Por la Quinta llegamos al Central Park, que estaba apacible esa tarde. Islas de nieve medraban sobre reminiscencias de césped gris-amarillo. En Central Park pudimos descansar un poco, sentados en un banco (hablo de un cansancio más difícil de aliviar que el de la caminata de un día: el cansancio de quien recién se mudó a un país extraño). Cruzamos el parque hasta llegar al ancho y tumultuoso vestíbulo del Metropolitan Museum, de donde huimos a la Frick Collection, que sí se puede recorrer sin prisas en un par de horas. De ahí al sandwichito para engañar el hambre, por los alrededores de la torrencial Times Square de horas pico; y enseguida correr a Penn Station, donde abordamos, como si fuéramos intrusos, el tren de los empleados encorbatados, ojerosos y encorvados que volvían a sus casas o a sus escondrijos, y de periódicos cuyas buenas o malas noticias quedan para siempre abandonadas en los asientos. Pero hasta el día de hoy el más claro recuerdo de la Nueva York de aquella tarde es el olor a café y a castañas tostadas, que venden en cucuruchos, de los puestos callejeros.

Mis primeros recuerdos de Seattle son el de una acera del aeropuerto Sea-Tac, con mi mujer, nuestras maletas y nuestros dos conejos en sus jaulitas de viaje; el abrazo de una amiga de mi mujer que nos fue a buscar, y el de una esquina con semáforo en rojo, a un costado del EMP del señor Allen. Desde entonces, Seattle me ha deparado muy gratos aromas, como el del lúpulo de las microbreweries locales, el del puh-er y el oolong, el de la lavanda y el romero en parterres de mi calle, y el del pan hecho en casa. Pero el más preciso e inconfundible, como el que guardo de la casa paterna de mi padre, a uvas verdes, en una Mérida casi rural, o como el del café y las castañas que ya dije, ha sido el del lento olor a leña, encendida en las chimeneas de Queen Anne, la noche de nuestra llegada, dos días después de aquella tarde en Nueva York.

A mi prehistoria se remontan el olor de la lluvia sobre la tierra seca, y el del azahar. Pero esto es otro cuento.

Thursday, April 30, 2009

Sala de espera

Antesala crónica
de las malas nuevas:
revistas mutiladas,
calas nunca sedientas,
y el Dalí de los relojes
en una pared cualquiera.

Tuesday, April 28, 2009

El Requerimiento

De parte del rey, Don Fernando, y de su hija, Doña Juana, reina de Castilla y León, domadores de pueblos bárbaros, nosotros sus siervos, os notificamos y os hacemos saber, como mejor podemos,

Que Dios nuestro Señor, uno y eterno, creó el cielo y la tierra, y un hombre y una mujer, de quien nos y vosotros y todos los hombres del mundo fueron y son descendientes y procreados, y todos los que después de nosotros vinieran. Mas por la muchedumbre de la generación que de estos ha salido desde [hace] cinco mil y hasta más años que el mundo fue creado, fue necesario que los unos hombres fuesen por una parte y otros por otra, y se dividiesen por muchos Reinos y provincias, que en una sola no se podían sostener y conservar.

De todas estas gentes Dios nuestro Señor dio cargo a uno, que fue llamado San Pedro, para que de todos los hombres del mundo fuese señor y superior a quien todos obedeciesen, y fue cabeza de todo el linaje humano, dondequiera que los hombres viniesen en cualquier ley, secta o creencia; y dióle todo el mundo por su Reino y jurisdicción, y como quiera que él mandó poner su silla en Roma, como en lugar más aparejado para regir el mundo, y juzgar y gobernar a todas las gentes, cristianos, moros, judíos, gentiles o de cualquier otra secta o creencia que fueren. A este llamaron Papa, porque quiere decir, admirable, padre mayor y gobernador de todos los hombres.

A este San Pedro obedecieron y tomaron por señor, Rey y superior del universo los que en aquel tiempo vivían, y así mismo han tenido a todos los otros que después de él fueron elegidos al pontificado, y así se ha continuado hasta ahora, y continuará hasta que el mundo se acabe.

Uno de los Pontífices pasados que en lugar de éste sucedió en aquella dignidad y silla que he dicho, como señor del mundo hizo donación de estas islas y tierra firme del mar Océano a los dichos Rey y Reina y sus sucesores en estos Reinos, con todo lo que en ella hay, según se contiene en ciertas escrituras que sobre ello pasaron, según se ha dicho, que podréis ver si quisieseis.

Así que sus Majestades son Reyes y señores de estas islas y tierra firme por virtud de la dicha donación; y como a tales Reyes y señores algunas islas más y casi todas a quien esto ha sido notificado, han recibido a sus Majestades, y los han obedecido y servido y sirven como súbditos lo deben hacer, y con buena voluntad y sin ninguna resistencia y luego sin dilación, como fueron informados de los susodichos, obedecieron y recibieron los varones religiosos que sus Altezas les enviaban para que les predicasen y enseñasen nuestra Santa Fe y todos ellos de su libre, agradable voluntad, sin premio ni condición alguna, se tornaron cristianos y lo son, y sus Majestades los recibieron alegre y benignamente, y así los mandaron tratar como a los otros súbditos y vasallos; y vosotros sois tenidos y obligados a hacer lo mismo.

Por ende, como mejor podemos, os rogamos y requerimos que entendáis bien esto que os hemos dicho, y toméis para entenderlo y deliberar sobre ello el tiempo que fuere justo, y reconozcáis a la Iglesia por señora y superiora del universo mundo, y al Sumo Pontífice, llamado Papa, en su nombre, y al Rey y Reina doña Juana, nuestros señores, en su lugar, como a superiores y Reyes de esas islas y tierra firme, por virtud de la dicha donación y consintáis y deis lugar que estos padres religiosos os declaren y prediquen lo susodicho.

Si así lo hicieseis, haréis bien, y aquello que sois tenidos y obligados, y sus Altezas y nos en su nombre, os recibiremos con todo amor y caridad, y os dejaremos vuestras mujeres e hijos y haciendas libres y sin servidumbre, para que de ellas y de vosotros hagáis libremente lo que quisieseis y por bien tuvieseis, y no os compelerán a que os tornéis cristianos, salvo si vosotros informados de la verdad os quisieseis convertir a nuestra santa Fe Católica, como lo han hecho casi todos los vecinos de las otras islas, y allende de esto sus Majestades os concederán privilegios y exenciones, y os harán muchas mercedes.

Y si así no lo hicieseis o en ello maliciosamente pusieseis dilación, os certifico que con la ayuda de Dios, nosotros entraremos poderosamente contra vosotros, y os haremos guerra por todas las partes y maneras que pudiéramos, y os sujetaremos al yugo y obediencia de la Iglesia y de sus Majestades, y tomaremos vuestras personas y de vuestras mujeres e hijos y los haremos esclavos, y como tales los venderemos y dispondremos de ellos como sus Majestades mandaren, y os tomaremos vuestros bienes, y os haremos todos los males y daños que pudiéramos, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su señor y le resisten y contradicen; y protestamos que las muertes y daños que de ello se siguiesen sea a vuestra culpa y no de sus Majestades, ni nuestra, ni de estos caballeros que con nosotros vienen.

Y de como lo decimos y requerimos pedimos al presente escribano que nos lo dé por testimonio signado, y a los presentes rogamos que de ello sean testigos.

Monday, April 27, 2009

Hansel y Gretel (1955), de Lotte Reiniger

Unos treinta años después de las encantadoras Aventuras de Príncipe Ahmed...

Inocente, ¿no? Puesta al lado del Hansel und Gretel de Engelbert Humperdinck, es juego de niños.

Una versión nada ingenua de la ópera es la producción del año pasado de la Metropolitan Opera. Para más detalles al respecto, siga el vínculo de abajo.

http://www.arkivmusic.com/classical/album.jsp?album_id=204380

Wednesday, April 22, 2009

Lo fugitivo permanece y dura

Tarde veraniega. Lenta como una película improbable filmada a cien millones de fotogramas por segundo, de cien millones de objetos distintos (uno por cada fotograma) proyectados sobre la pantalla al estándar de 72/seg.

Cuánto cabe en la estrechez de un rectángulo en que se han pergeñado fantasmagorías: torbellino de luces y de sombras configurando qué.

Monday, April 20, 2009

Pajaritos, temprano


Early morning chirps.

Saturday, April 18, 2009

Primavera antepasada


Estábamos alegres. No porque llovía, ni a pesar de la lluvia, que en abril es la cosa más predecible de Victoria. No porque rehuyéramos (cosa que no hicimos)los ademanes antipáticos, a la hora del té, en el Empress. En nuestra alegría no había nada que fuera ajeno al regreso, previsto antes del viaje. Nos llamaba un olor de almohadas, en la casa, y regresábamos.

Thursday, April 16, 2009

Early Sunday blues

Woke up this morning:
Muddy was being played too loud:
no earplugs at hand.

Merienda nada conspicua

Mangos más verdes
que maduros, traídos
en unas cajas.

Thursday, April 9, 2009

Monday, April 6, 2009

¡Ay!

Un día a La Lupe le dio por corregir la que acaso sea la más común y preocupante de las imperfecciones fonológicas del español de por estas longitudes. En Dueño de mi corazón, entre adoloridos clics, podrá oírse su gallardo esfuerzo correctivo. No tardará, sin embargo, en cundir un desperdigado seseo de eses y de zetas (setas). Es natural que las aguas vuelvan a su cauce. Mi mujer sostiene que debe ser algo así como el encuentro de dos mundos que, en medio del caos inicial, intentan dialogar "de /korazón/ a /korasón/".

Saturday, April 4, 2009

El nudo y Giordano



Sunday, March 29, 2009

Del viaje y los nombres

El Almirante guardaba con celo una lista con el quién-es-quién de la hora de horas de sus horas. Era obvio —en retrospectiva— que había un mundo allí, legañoso, innombrado; un mundo semejante a esos pocitos tras la lluvia, de donde afloran los renacuajos.

A la manera de un dios, sólo que al revés, nombraría el Almirante las apariciones. Para ello regiría, claro está, la ley (divina) de las precedencias, la altanera trinidad de santos reyes y príncipes.

Agostado el estrecho onomástico de los dueños del mundo en sucesivos viajes, otros navegantes, de mayor a menor rango, nombraron cayos, atolones, ensenadas, bichos, astutamente fieles a sus profesadas lealtades.

Más tarde sobrevinieron otros nombres en un delirio de glotonería denominadora que no dejaba nada sin nombrar. Ahora contaban también los eventos fortuitos, el rutinario prosaísmo, los devaneos inspirados, cosas así.

Richie y Vanesa han honrado con su primogénita a sus nuevos compadres (cuatro, dos por lado): del primer nombre de cada madrina se sacó --como fichas de un bingo-- una sílaba; del de cada padrino, una sílaba.

La niña se llama Miroslava.

Friday, March 20, 2009

Sobre las perlas orientales

Dos amigos, Zurga y Nadir, se juran lealtad vitalicia (y desconsolada). Doble renuncia a una misma mujer, virgen sin duplicidades, a quien los dos aman. De esta manera se cifran entonces las condiciones para la pervivencia de una amistad fundada en años mozos, cuando no había aún rijosidad ni embeleso. Por cosas que solemos atribuir a la vida, Leila, que éste es el nombre de ella, ama a uno de los dos, el abismal Nadir. El juramento, empero, decreta que a Leila se la ignore con silencio de comparsa. Ordalía brutal: les está vedado a los amigos todo acto que haga de Leila un oscuro receptáculo, todo pensamiento engendrado en ella. Su nombre ha de borrarse sin remisión, como el color del fuego cuando de éste no queda ni la chispa más frágil.

En su tensa lealtad, los dos amigos deben ser de corazón blando pero sin mácula. De este modo, nadie podrá situar sus negociaciones en la sordidez alucinada de un botiquín, ni imputarle nada a una doctrina cuyo germen fuera la úlcera de la duda. Son de esperar algunas circunstancias algo inusuales. Pongamos que aparece Leila del mismo lado de la acera por donde los dos amigos van hombro a hombro: a correr se ha dicho. Ergo, la huida como entelequia, reproduciendo con prolijo detalle las vastas concisiones de los oráculos.

Zurga, Nadir, Leila y otros más que por toda seña de existencia llevan ropas coloridas, y son numerosos, precisos como acróbatas y simultáneos como un coro, habitan una isla exótica. De la realidad cartográfica de esta isla no faltan pruebas irrevocables, tal como lo certifican los estornudos de una selecta minoría, alguna tos y el crujido de gallitos. Lo que allí se representa son sombras chinescas de lo que pasa al doblar la calle, y alguna moraleja brotará de ellas.

Será mejor entonces tocar la flauta, a falta de pianola.

Thursday, March 19, 2009

Ida al trabajo

Las gotas de lluvia, colgadizas, demoran en las hojas, en las ramas, los puentes, las barandas, los postes, los cables, las señales. Plural en plural. No hay nada que no las aposente. Se guarecen en cuanto las acoja: para ellas todo es hueco o despeñadero. Lo mismo caben en un poro de tierra que en la punta de una manga. Esta mañana muchas viajan conmigo como pequeñitas burbujas. Soy sólo un brevísimo segmento de su infinita travesía.

Llega el bus. Subo. Deslizo la tarjeta, y enseguida, para compensar la arrancada, asiéndome del aire, voy a trancos a mi puesto habitual; de platanazo me siento; pongo a un lado mi mochila; a la billetera devuelvo la tarjeta. Almas quietas me acompañan.

Por las llovidas ventanas veo chorros de azul cinéreo en constante fuga, mezclándose sin cesar con la negra abstracción de un árbol, con ráfagas de plata casi blanca, con manchas de un púrpura brutal. Nueve paradas, o diez (cierto que jamás las he contado con ahínco). Mi mochila encima de las piernas, no hay más asientos disponibles adelante. Sin más remedio, borrada como está la lejanía, me fijo en detalles indumentarios de los nuevos pasajeros.

Delgadísimos zumbidos me circundan. Se escurren de los artefactos con que este fulano a mi izquierda se tapona los oídos. Con ellos anularía el resuello hidráulico de las puertas al abrirse o al cerrarse; el ronco jadeo del calefactor; el traqueteo de láminas y fuelles; toses, estornudos, carraspera; las vaporosas efusiones de algún trasnochado eventual; la voz del conductor anunciando las paradas importantes; el acá de una cháchara telefónica; etcétera. Aquí me bajo.

Nuevas, eternas, gotas.

Tuesday, March 17, 2009

Horas de oficina

La niebla desdibuja el escorzo para instituirlo, con paisaje y todo, como un objeto blanquecino, sin bordes ni espesor. Mirna, la mujer de Gregorio, sonríe bajo la sombra difusa de un paraguas cuyo color para él siempre ha sido de un infranqueable tono entre el rosado y el púrpura, que para Mirna se resume en dos sílabas de agua: lila. Abajo, en la foto, una fecha verídica, impresa accidentalmente, refuta toda relación entre la mañana de primavera en que él, Gregorio, la tomó, y esta otra de niebla e informes por terminar, que llevan días atrasándose.

Todos, o casi todos, en su departamento, dejan sus puertas entreabiertas. Las jerarquías conceden el inefable derecho de los ángulos de apertura. Los más agudos a los cabríos o a quienes son algo de alguien. A los rasos, los más obtusos. Sin embargo, esto de precipitarse en conjeturas por lo de las puertas más, menos abiertas, puede fácilmente acarrear conclusiones falsas. Fulvio, por ejemplo, el empleado más antiguo e influyente de la sección donde Gregorio trabaja, siempre tiene la suya de par en par, como su alma monda y lironda.

De esto de las puertas se ha de inferir entonces que no habrá dudas acerca del trabajo que hay que hacer o fingir que se está haciendo; que nada se hace abiertamente a escondidas; que a todos asisten las tácitas convenciones, sólo que, desde luego, en grados variables. Nada más. A la oficina de Gregorio ahora se escurren las voces no invitadas de sus vecinos. Hablan la lengua de los matrimonios derrelictos; su hijo único asiste a una universidad lejana y no regresará ya sino de visita, cada vez más esporádicamente. La niebla empieza a cortarse, como la leche con dos gotas de vinagre.

Sunday, March 1, 2009

Vuelta al bosque

Que despertara, 
con la nieve con días siendo mengua,
podría achacársele lo mismo
a un topo de luz, buceando en la tiniebla,
que al lánguido rumor del aguacero;
lo mismo al cuervo sagaz que al estropicio
de hombres y humaredas
(como siempre, demasiado cerca).

Que su vida ya no es sueño
se lo recuerdan, sin demora alguna,
sus propios pasos en la yesca,
la mordida de su largo ayuno,
un arroyo que engorda con la lluvia,
el ulular de las sirenas.