Soñolienta, díjome la musa: "Seamos amigos.
Buenos amigos, nada más. Tú entiendes".
Y bostezó. Y por última vez besó mi oreja.
Más temprano, llorando, mientras la acariciaba:
"Un día te amé", susurró. Y: "A él ya no lo quiero.
No después de todo lo que hizo". Más tarde,
Abotonándose de nuevo el camisón, con mi ayuda:
"Disculpa, pero creo que ya no tengo ganas".
Suspirando: "Es decir, contigo". Largo silencio.
Luego: "Fuiste siempre tan serio". Dicho lo cual
sonreí, hoscamente. Fue así como llegué
A dormir a su lado, no con ella. Sin sueños.
De vez en cuando la he llamado. Larga distancia.
Aún se acuerda de mi voz. Yo, con pesar, oigo
Más allá de las baladas de su tocadiscos,
risas de mancebos y el retintín de sus llaves.
Debo tener su número anotado en algún sitio.
Trasladado de Justice, Donald. Collected Poems. (New York: Alfred A. Knopf, 2004)
Una buena ars poética. Me gusta sobre todo la segunda estrofa y el verso final, donde se permite un dejo nostálgico que contrarresta muy bien el aspecto irónico del diálogo previo.
ReplyDeleteEso sí, a estas alturas, debería buscar a su musa en feisbuc, jeje.
Saludos y gracias por compartir tus traducciones.
Gracias de nuevo por tu visita, Asterión. Definitivamente debería hacerlo, para ver si se baja de esa nube cuando se entere de algunos detalles un poquitín demasiado íntimos (y, casi por regla, banales) que la musa y sus chicos (y chicas) comparten con el universo fesibuqueano en sus respectivos "muros": que si celular nuevo, que si la comida y la compañía están divinas en ese momento (en que se envía por blueberry --o como se llame-- un texto, que informa del menú, la corbata del míster, el blueberry), que si amanecieron enratonados después de la juerga...
ReplyDeleteLa musa, el muso, las musas, hace tanto tiempo que no contestan mis llamadas.
ReplyDeleteCreo que cambiaron de telèfono a un nùmero privado.
Siempre me estàn haciendo eso.
Y yo, debo navegar dìas y meses enteros para volver a dar con su paradero.
Alexánder,
ReplyDeletePor ahí corre el rumor de que de tantas juergas, la/el/lo susodich(a/o/e), se sobregiró en el banco. Y que, con su boudouir patas arribas (curioso paralelo), las facturas se extraviaron --ella/él/ello se empeña en afirmar que nunca le llegaron. De una u otra manera, terminaron cortándole la luz, el agua y el teléfono. Tarde o temprano, alguien, pues no le faltan conexiones, le pagará las facturas, y, asimismo, una temporada en la clínica de misia Ford.
Mientras tanto, puedes usar la línea de emergencia de Apolo o de Minerva, que suelen estar poco trajinadas.
Saludos,
Avilio