Tarde veraniega. Lenta como una película improbable filmada a cien millones de fotogramas por segundo, de cien millones de objetos distintos (uno por cada fotograma) proyectados sobre la pantalla al estándar de 72/seg.
Cuánto cabe en la estrechez de un rectángulo en que se han pergeñado fantasmagorías: torbellino de luces y de sombras configurando qué.
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