Llegamos a San Francisco dos veces. Bueno, cruzar el Golden Gate brumoso, de aceras concurridas, la primera vez, no fue lo que se dice una llegada, pues enseguida derivamos hacia el oeste de la Bahía por la Carretera 1, rumbo al sur, a lo largo de la costa del Pacífico. Nos dirigíamos entonces a la agreste San Simeón. La Carretera 1 es a largos trechos arriscada, e invita a la demora. Sin prisa atravesamos la ancha y laboriosa llanura del valle de Salinas, calcando la costa de la península de Monterrey y del Big Sur, subiendo y bajando como un vagón por los raíles de una montaña rusa. A San Simeón llegamos con las últimas luces del crepúsculo veraniego.
Días antes, más al norte, habíamos rodado por la misma carretera, camino a Santa Rosa desde Leggett, entre la espesura de un monte de árboles enormes, donde la luz del día se resume en haces y moteados relumbres, hasta poco más allá de Mendocino. Nos detuvimos entretanto
Días antes, más al norte, habíamos rodado por la misma carretera, camino a Santa Rosa desde Leggett, entre la espesura de un monte de árboles enormes, donde la luz del día se resume en haces y moteados relumbres, hasta poco más allá de Mendocino. Nos detuvimos entretanto
- cerca de un despeñadero desde el cual divisamos, en un farallón, cientos de puntitos que los binoculares declararon ser leones marinos y cormoranes;
- en Port Bragg, a la hora del almuerzo y del café de sobremesa;
- en Point Cabrillo, para caminar al faro;
- en Mendocino.
La segunda fue la verdadera llegada. Desde Sausalito, por agua, y, qué lastima, sin flores en el pelo. Como las empinadas colinas, son ciertas las cotorras y the gentle people with flowers in their hair.
Hasta la próxima, querida San Francisco.
"...be sure to wear some flowers in your hair..."
ReplyDeleteBienvenido, Avilio. Espero que haya sido un excelente viaje.
Saludos.
Es un gran placer saberte de vuelta.
ReplyDeleteSan Francisco y su entorno es, en mi imaginario personal, uno de los paraísos de la tierra. Solo lo he visitado una vez (1968) cuando había gente con flores en el cabello y ojos enrojecidos de felicidad droguera.
Quiero volver. Ojalá pueda algún día.
Avilio, where in darnations are you??
ReplyDeleteEspero que estés bien.
Gracias, Gustavo, gracias Alexánder. Para la próxima vez, al menos una cala en el ojal. El viaje fue de mil maravillas: tres semanas de sol por Washington (en Cape Disappointment, donde desemboca el río Columbia en el Pacífico); Oregon (Nehalem Falls, Carter Lake, en la duna inmensa; Harris Beach); California (Humboldt State Park, Santa Rosa, en casa de un huésped espléndido; San Simeon, al sur del Big Sur, y Marin Headlands, a cinco millas del Golden Gate, entre altas colinas con venados, coyotes y búhos, del lado de Sausalito); y de nuevo Oregon: en Ashland por tres noches para el festival de Shakespeare, y una parada cuando regresábamos a Seattle el sábado, de dos horas, en una de mis librerías favoritas, Powell's, en Portland.
ReplyDeleteLa única mala onda fue un esguince en el tobillo derecho el segundo día de California, en Humboldt, que todavía me está dando lata.
Me disculpo por no haberles respondido antes, y por mi inconsecuencia. Antes del viaje, nació mi sobrinito, vino familia a visitarlo, y estuvimos en una de pasarla con la familia. Por esos días, además, compramos carro, me volví ciudadano, salimos un par de veces de Seattle, y estuvimos haciendo los arreglos del viaje. Con la vuelta a casa, hemos necesitado reacostumbrarnos a estar bajo techo del apartamento y no el de la tienda, y a dormir en cama y no en saco de ídem. Y a poner un montón de cosas al día. Yo empiezo este lunes en la Universidad de Washington, lo cual supuso esta semana algunos trámites menores: cambio de estatus legal (de residente permanente a ciudadano), comprar los bártulos que faltaban (lo cual me dio un cosquilleo); cosas así.
Gustavo, no se me ha olvidado la deuda que tengo contigo; tú sabes a qué condena me refiero. Alexánder, ya leí la apoteosis de tu Lucy; ya escribiré un comentario en tu blog. Tu imaginario personal coincide en lo paradisiaco con el día que pasamos en San Francisco. Me fascinó. Os digo que de Seattle a San Francisco, por avión, es algo así como hora y media, y, para el estándar local, el precio es muy razonable: en mayo, un colega pagó setenta y pocos dólares por un pasaje ida y vuelta. Ahí les dejo esa.
Saludos.
Enhorabuena. Me alegro mucho por todas las cosas positivas: viaje, sobrino, Powells, ciudadanía y demás (menos esguince).
ReplyDeleteSuerte con lo que viene y con la U.
Saludos.
Contento de saberte de vuelta sano y salvo. Y más aún de saber que tu viaje fue "paradisíaco". Ojalá hayás tomado algunas fotos que nos podás enseñar.
ReplyDeleteUn abrazo.