Friday, June 12, 2009

La confesiones de Salvador Reis, versión diminuta

El señor Reis nació para vivir, y vivió viviendo bajo el signo de la aventura. En numerosas ocasiones salvó su pellejo por un pelo, y también salvó otros pellejos, sobre todo en las corridas. En fin, toda una parraguera de acumuladas hebras de peligro y pasión. Una de esas ocasiones --en efecto, una de las primeras-- fue en la época de las capas negras que suplantaron a los chalequitos amarillos, y tuvo lugar en el inframundo del malevaje. A un malo le reprochó sus malos modales; enseguida éste apeló a su único argumento, pero más rápido que sus nada malos reflejos, y que los resortes de la navaja, fue el reconocer al joven Salvador. El malo (que no era Willie Colón) le había fusilado la letra de una de sus canciones para levantar a su novia, la del malo. Y, ya se sabe, ante un fusil no hay navaja que valga. En otra ocasión, intercedió el señor Reis en favor de Vladimir ante Don José, el terrateniente de la comarca, quien lo llamó para consultarle un asunto enojoso. Vladimir era uno de los obreros de Don José, quien andaba furioso no sólo porque Vladimir vivía en las nubes, sino sobre todo porque al parecer éste andaba regando por ahí que Don José abominaba de la sana práctica del  baño. Tal calumnia lo indignó: en asuntos de higiene él era un hombre bien ducho. 


Gracias a dios que las palabras del señor Reis fueron más eficaces que el tilo.

1 comment:

  1. Hola, Avilio:

    Decime los detalles para el canje, y empezamos a ver cómo funciona.

    Saludos.

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