Abro el libro al azar; página 190. Empiezo a leer. “5 December 1982. Invited to dinner by
Madame Yourcenar and Jerry, just the three of us at the Takanawa ―sole
for her, abalone for him, steak for me”. Alguien irrumpe a la mesa a mis espaldas: el cataplum de un bulto muerto cayendo
encima de la mesa, el chirrido de una silla, tramitan la ocupación. Cada
movimiento suyo (puedo verlo conforme voy por mi café recién anunciado) se regodea en un énfasis de jugador de fútbol americano zigzagueando
solitario entre moles de aire. Cada ruidito que profiere (de nuevo a mis espaldas) es más aparatoso de lo
que uno juzgaría necesario para sacar municiones y demás pertrechos de su
mochila; colocar el conjunto sobre la mesa, articularlo, y largarse en un
desaforado clic, clic, clic, ráfagas de clics de ratón.
cafe cafe cafe... què no ocurre en este mundo alrededor de un cafè...
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