Cuando la vi surgir en el tiovivo supe que le habían hurgado las entrañas. De mi suéter la manga izquierda le colgaba de un costado, exánime. Mis enseres adentro (vi al abrirla) pergeñaban geometrías fractales pero inicuas. Un delta pródigo en arrugas surcaba la camisa de lunares patrios, regalo de mi madrina. Lo más terrible fue descubrir que faltaba el álbum del Topo Gigio, tesoro de días nefandos.
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