Tuesday, September 15, 2009

If you go to San Francisco


Llegamos a San Francisco dos veces. Bueno, cruzar el Golden Gate brumoso, de aceras concurridas, la primera vez, no fue lo que se dice una llegada, pues enseguida derivamos hacia el oeste de la Bahía por la Carretera 1, rumbo al sur, a lo largo de la costa del Pacífico. Nos dirigíamos entonces a la agreste San Simeón. La Carretera 1 es a largos trechos arriscada, e invita a la demora. Sin prisa atravesamos la ancha y laboriosa llanura del valle de Salinas, calcando la costa de la península de Monterrey y del Big Sur, subiendo y bajando como un vagón por los raíles de una montaña rusa. A San Simeón llegamos con las últimas luces del crepúsculo veraniego.

Días antes, más al norte, habíamos rodado por la misma carretera, camino a Santa Rosa desde Leggett, entre la espesura de un monte de árboles enormes, donde la luz del día se resume en haces y moteados relumbres, hasta poco más allá de Mendocino. Nos detuvimos entretanto

  • cerca de un despeñadero desde el cual divisamos, en un farallón, cientos de puntitos que los binoculares declararon ser leones marinos y cormoranes; 
  • en Port Bragg, a la hora del almuerzo y del café de sobremesa; 
  • en Point Cabrillo, para caminar al faro;  
  • en Mendocino.

La segunda fue la verdadera llegada. Desde Sausalito, por agua, y, qué lastima, sin flores en el pelo. Como las empinadas colinas, son ciertas las cotorras y
the gentle people with flowers in their hair

Hasta la próxima, querida San Francisco.