W procedió con calculada vaguedad. Pergeñó, exagerando la falta de énfasis, alguna
que otra circunstancia que encajaría de cualquier modo en su relato. Profirió un bostezo oportuno y casi imperceptible. Dejó entrever su aversión a atar cabos sueltos, a revelar detalles sin los cuales nada podría dilucidarse. La oscuridad calló entretanto la suspicacia de G, que W no ignoraba.
No me creas, remató W, como si en esta última exhortación estuviera el quid del asunto.
Ambos quedaron contentos. Seguían fingiendo.
No me creas, remató W, como si en esta última exhortación estuviera el quid del asunto.
Ambos quedaron contentos. Seguían fingiendo.
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